Comenzamos este tramo de apenas dos días en Estella, a donde llegamos la noche anterior y nos alojamos en el albergue de los Padres Capuchinos. Un albergue excelente y totalmente renovado que ofrece posibilidades para acomodar a tu mascota. Tiene un huerto y unos jardines interiores, además de una terraza. Tenía una zona con un tejadillo donde se guardan a cubierto las bicis y donde dejamos a Tuca.
A nosotros nos dieron una habitación en el extremo con una puerta de salida justo encima del guardabicis, lo cual fue estupendo pues Tuca no se sentía muy a gusto y estuvimos saliendo toda la noche para calmarla. Eso nos dio una pista de cómo es ella y aprendimos que se tiene que habituar con antelación al espacio donde luego va a pasar la noche. Tiene que ver como es el sitio y notar que estamos a su lado. Vamos, como un niño pequeño.
A pesar de que no pasó muy buena noche, el albergue es totalmente recomendable para los que viajan con un perregrino.
Novena etapa. De Estella a Torres del Río
Comenzamos el día con una fuerte lluvia que a punto estuvo de hacernos desistir de comenzar el camino. Amainó y nos pusimos en marcha. Los primeros kilómetros con el camino mojado se hacen muy llevaderos. Pronto cambiará bruscamente la temperatura y pasaremos a un calor abrasador. Los pueblos se suceden con cierta frecuencia y podemos refrescarnos en sus fuentes. Más escasas son en el último trecho antes de llegar a Los Arcos. En Los Arcos paramos a comer junto a una iglesia descomunal, la iglesia de Santa María, cuya grandeza nos sorprende. A pesar del sol de justicia, nos falta llegar a Torres del Río, donde tenemos reservado el albergue. Este último tramo es más duro pues al calor se suma el cansancio y los tramos de carretera que discurren paralelos al camino.
En Torres del Río nos alojamos en el albergue Pata de Oca. El sitio está un poco descuidado y viejo, pero a nosotros nos vino bien ese patio de entrada que cierra por la noche y donde Tuca descansó del día tan caluroso que pasamos. Además, al llegar con tiempo al sitio, nos dio ocasión para que se acostumbrara al lugar y nosotros le hicimos compañía en la terraza durante la tarde.
Los 21 kilómetros los hicimos con muchos tramos de carretera compartida y con bastante sol, lo que unido a la escasez de fuentes hace que el animal necesite beber del agua que llevas a tu espalda. La entrada a Logroño por los polígonos se hace dura, pero al llegar a la vera del río Ebro se agradece. Tras recoger los coches y cargar a Tuca, volvemos a casa.
En Torres del Río nos alojamos en el albergue Pata de Oca. El sitio está un poco descuidado y viejo, pero a nosotros nos vino bien ese patio de entrada que cierra por la noche y donde Tuca descansó del día tan caluroso que pasamos. Además, al llegar con tiempo al sitio, nos dio ocasión para que se acostumbrara al lugar y nosotros le hicimos compañía en la terraza durante la tarde.
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El Albergue La Pata de Oca de Torres del Río |
Décima etapa. De Torres del Río a Logroño.
Otra etapa que finalizamos sin alojarnos al llegar. De todos modos, no aconsejo alojarse con perro en ciudades grandes.Los 21 kilómetros los hicimos con muchos tramos de carretera compartida y con bastante sol, lo que unido a la escasez de fuentes hace que el animal necesite beber del agua que llevas a tu espalda. La entrada a Logroño por los polígonos se hace dura, pero al llegar a la vera del río Ebro se agradece. Tras recoger los coches y cargar a Tuca, volvemos a casa.
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En la entrada de la iglesia de Santa María de Viana |
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