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Cuarto Tramo. De Logroño a Carrión de los Condes

Undécima etapa. De Logroño a Grañón

Nos tomamos un largo periodo de tiempo para continuar el Camino por diversas circunstancias personales. Aún así, nunca pensamos en abandonar. El problema fue que nuestro grupo de Mamuts había seguido haciendo etapas hasta llegar a Burgos y nosotros nos habíamos quedado en Logroño.
La siguiente etapa iba a ser en la Semana Santa de 2016, por lo que teníamos que avanzar hasta donde habían llegado ellos para luego poder continuar juntos.
No teníamos muchos días libres antes del comienzo del tramo y eso nos obligó a que las etapas que hacíamos en solitario tenían que ser más largas de lo habitual.

Comenzamos este tramo el 22 de marzo de 2016, en Navarrete, ya que quisimos evitar Logroño por su salida complicada y sus polígonos. Dejamos nuestro coche aparcado en un sitio estratégico para que Pedro nos lo recogiera y lo llevara hasta Burgos. Esta vez no contábamos con coche de apoyo para llevar nada, todo tenía que ir encima. Por eso le compramos unas alforjas a Tuca para que llevase su parte proporcional de la carga, en su caso su comida, pienso y latas de sardinas con tomate, que la vuelven loca, además de chuches y premios varios.

Arrancamos a andar con bastante frío, mayormente por el arcén de la carretera o por andadores pegados a la misma. Como empezamos bien pronto, no tuvimos mucho tráfico. Al paso por los pueblos encontramos alguna fuente que hay que aprovechar para Tuca, ya que esta etapa escasea en arroyos. No tardamos mucho en llegar a Nájera cruzando el río Yalde, que más que río era cauce. El parque que hay a continuación tiene la fuente seca, como muchas otras paradas que nos encontramos en esta parte del camino. Más adelante hay un canal de riego, pero sus paredes verticales desaconsejan que el perro baje a beber. En Nájera, un pueblo muy bonito y curioso, nos aprovisionamos un poco y continuamos, saliendo por una zona boscosa.

En Azofra hay un afuente de 4 caños, último punto donde puede beber Tuca antes de unos cuantos kilómetros de secano. Afortunadamente, el cielo amenaza tormenta y no es necesario hidratarse tanto.

La fuente de Azofra

Diez kilómetros más adelante llegamos a la urbanización de Cirueña donde, a pesar de que es todo nuevo, no hay un solo sitio donde beber. Las escasas fuentes están secas. A la salida de la urbe hay que vigilar el cruce de la autovía que parte el camino.
Siete kilómetros más allá, llegamos a Santo Domingo de la Calzada.

De Santo Domingo poco podemos decir, pues estaba todo cerrado a pesar de ser mediodía. No pudimos quedarnos en ninguna terraza a probar bocado, ya que los únicos bares abiertos no tenían y no podíamos entrar con Tuca y tampoco queríamos dejarla en la calle. La catedral tampoco estaba abierta a pesar de estar en el horario marcado en su entrada. Como hacía mucho viento, nos refugiamos en una especie de pasadizo a comer algo de lo que llevábamos y continuamos. No recuerdo haber parado en ninguna fuente, aunque es de suponer que debe haber en un pueblo tan grande como éste. No guardamos buen recuerdo del paso por allí.

A la salida de Santo Domingo, tras cruzar el puente, seguimos por un andador pegados a la carretera y sin separación con la calzada. Eso nos obliga a llevar a Tuca sujeta y movernos a su ritmo perezoso, entre tirones y empujones. Al acercarnos a Grañón, nuestro destino, mi libro-guía del camino me indica que en un cruce el camino se mete hacia el sur, entre los campos de labranza y abandona ese andador infernal. Como el albergue a donde vamos se encuentra en esa dirección, decidimos hacer caso y seguir esa ruta, a pesar de que las flechas indican lo contrario. Fue un gran acierto, porque además de perder el ruido del tráfico, encontramos viejos vestigios de cuando el camino pasaba por ahí. Vintage, que se dice ahora.
Llegamos a Grañón, a la altura del abandonado cuartelillo de la Guardia Civil y seguimos por un sendero que se mete en un bosque hasta llegar al Albergue de Nuestra Señora de Carrasquedo, junto a la ermita del mismo nombre.

El sitio es perfecto para Tuca, pues está en medio de un bosque sin edificios ni carreteras transitadas. El problema es que la pobre no se habitúa al sitio y por la noche no para de gimotear y de ladrar debajo de nuestra ventana. Esperábamos que después de 45 kilómetros estuviera agotada y durmiera a pata suelta, pero no fue así. Estuvimos bajando a tranquilizarla porque no dejaba dormir a nadie, e incluso nos quedamos con ella en una entrada lateral de la ermita durante un buen rato para que se relajara, pero no hubo manera. Desesperados por no poder dormir ni ella ni nosotros, la até a un banco algo separado del albergue y allí, tras cansarse de gimotear, se durmió.

El Albergue y la Ermita de Nuestra Señora de Carrasquedo

Duodécima etapa. De Grañón a San Juan de Ortega

Salimos de madrugada, pues teníamos por delante otros 40 kilómetros. Teníamos intención de llegar a Atapuerca, pero nuestro cuerpo decidió pararse en San Juan de Ortega, que fue una bendición.

Tras dejar Grañón y seguir por los campos, cruzamos a la provincia de Burgos y en su primer pueblo, Redecilla, hay una fuente esperando a Tuca. Charlamos con unos vecinos del pueblo, asombrados de llevar a Tuca por el Camino y augurándonos un final del mismo sin ella. Esos malos pensamientos nos empujaron más a seguir adelante. Tuca iba a llegar a Santiago con nosotros.
Como es marzo, el tiempo es desapacible, frío y húmedo. Para nosotros mucho mejor que hacerlo en verano, de otro modo la pobre Tuca iría con la lengua fuera pues ella no puede quitarse ese abrigo de pelo negro que la protege cuando está a la intemperie.
Subiendo a Viloria charlamos con un matrimonio argentino que también iba a Santiago. Tuca da mucho juego e invita a la conversación con desconocidos. Después de Viloria el camino vuelve a ir paralelo a la carretera aunque esta vez la mediana y la diferencia de nivel hacen que sea seguro llevar al perro suelto por el andador. Sin embargo, la recta se hace monótona y aburrida hasta llegar a Belorado. Al llegar al comienzo del pueblo, hay un cruce peligroso ya que es en una curva con poca visibilidad para los conductores. Toca agarrar con fuerza a Tuca y cruzar con rapidez la carretera.

Belorado es un pueblo grande con múltiples servicios. Nosotros nos detenemos en el albergue A Santiago que está justo a la entrada. Aunque dicen que no admiten mascotas, muchas veces lo que quieren decir es que no las admiten dentro. Afuera hay una zona ajardinada donde yo creo que no pondrían ningún problema.
Cruzamos el pueblo, no recuerdo si había fuentes pero también se puede pedir en algún albergue o bar que le den agua al perro. La gente que encuentras en el camino suele ser muy amable con las mascotas. Muchas veces nos han ofrecido agua para el perro y, una vez, en Francia a la salida de Sant Jean Pied de Port, nos regalaron un bol de cristal.

La salida del pueblo, a través de un puente peatonal de madera, nos mantiene en un camino de tierrra, ahora sí, alejado de la carretera. Atravesamos pueblos medio vacíos como Tosantos que sí cuentan con fuentes. Más adelante, en Espinosa del camino, hay que cruzar la carretera antes de entrar en el pueblo. Al lado de la iglesia hay una fuente y cerca algún bar.

Fuente de Tosantos. Hay que entrar un poco al pueblo ya que no se ve desde el camino.
Tras cruzar Espinosa, seguimos por caminos hasta acercarnos a Villafranca-Montes de Oca. Villafranca es un pueblo grande y con bares y restaurantes. Más vale dar de beber a nuestra mascota y aprovisionarnos nosotros ya que la tirada hasta San Juan de Ortega es larga y sin arroyos o fuentes donde beber. El único río que cruza el camino no tiene facilidad para acceder a él.

Tras los 12 kilómetros, llegamos a San Juan de Ortega y decidimos pernoctar allí. El albergue es bastante austero, propio de los monjes que lo gestionan. Muy amablemente nos permiten que Tuca duerma en el claustro. El sitio más histórico y elegante en el que ha pasado la noche. El claustro tiene su corredor techado todo alrededor y Tuca se encuentra estupendamente.

Decimotercera etapa. De San Juan de Ortega a Hornillos del Camino.

Al día siguiente salimos temprano porque teníamos que llegar a Burgos a la hora de encontrarnos con los Mamuts y continuar camino hasta Hornilllos. Otros 48 km para ir al mismo paso que nuestros amigos. Salimos tan pronto que no estaba abierto nada para desayunar, así que empezamos el camino con tiempo fresco hasta Ages donde desayunamos en "El Alquimista de Ages". Un sitio espectacular que abre su puerta muy temprano. Parada imprescindible. Ahí compramos un par de latas de comida para perros ya que no teníamos mucho que darle a la pobre Tuca. Un cartel junto a una rueda de molino nos indica que sólo nos quedan 518 km hasta Santiago.

Seguimos con ánimo por la carretera que une Ages con Atapuerca. Al ser temprano y festivo, se ven pocos coches en estos dos kilómetros y medio, afortunadamente. Tras atravesar Atapuerca, se sale a un camino que va ascendiendo por zona rocosa hasta el alto de Matagrande, junto a la alambrada de un campo militar de maniobras. Salvo porque vamos sobrepasando muchos peregrinos y senderistas, el camino es ideal para ir con el perro suelto. Tras Matagrande, seguimos por un camino que ofrece diversas opciones para llegar a Orbaneja de Ríopico. Nosotros optamos por mantenernos en alto, tirando por la derecha. Todo es un paisaje abierto sin opción a sombra, pero como aún no es mediodía, no nos supone mucho calor. De otro modo quizás fuera conveniente bajar y cruzar los pueblos de Villalval y Cardeñuela Ríopico.
En Orbaneja hay una fuente seca pero, si el bar está abierto, seguro que pueden dar algo de agua a tu mascota. Más vale prepararse para el próximo tramo hasta Burgos.

Se sale de Orbaneja por la carretera, poco transitada, que lleva a un puente que cruza la A-1. Al cruzar al otro lado viene la disyuntiva de hacer el camino tradicional, bordeando el aeropuerto, o hacer el tramo más largo por la ribera del río Arlanzón. Nosotros hicimos la primera y es absolutamente NO recomendable. Además de tragarte unos kilómetros de carretera bordeando la valla del aeropuerto, luego queda cruzar un interminable polígono industrial. El calor del mediodía sumado al habitual en una zona así, hace que cada paso sea caminar por el infierno, a lo que hay que sumar el hecho de tener que llevar al pobre perro sujeto por la correa. Por tanto mi recomendación es hacer el tramo por Castañares aunque sea un poco más largo.

Tras encontrarnos con los Mamuts en la catedral, salimos de Burgos atravesando toda la ciudad. Cuando dejamos atrás el último edificio, el Centro Penitenciario, llegamos a una zona de picnic y una fuente ideal para hacer un alto y comer. Después de este sitio, se va por caminos por donde el perro puede ir suelto, andando adelante y atrás, a su aire. Luego vuelve a aparecer la carretera para cruzar Tardajos y Rabé del Camino. Tras Rabé, nos esperan más de 7 kilómetros de pura meseta sin una mísera sombra donde resguardarse, esta vez si, por caminos sin vehículos. No se puede tener todo.
Al llegar a Hornillos nos recibe el arroyo de Hormazuela con bastante caudal, lo cual agradece Tuca muchísimo.
Llegando a Hornillos

En Hornillos nos alojamos en el Albergue Meeting Point. Un albergue moderno, alejado del aspecto tradicional, que nos ofrece una zona ajardinada estupenda donde Tuca pasa la noche. Como es el lugar de descanso y relax del grupo, Tuca se siente acompañada y pronto se encuentra como en casa. Hay que añadir que el jardín se encuentra cerrado, para evitar salidas nocturnas. Un sitio ideal para mascotas.

Patio del Albergue y terracita para descansar.

Decimocuarta etapa. De Hornillos del Camino a Castrojeriz.

Salimos de Hornillos todo el grupo en un día cubierto y amenazando lluvia. Esta etapa fue más corta que las últimas que llevábamos hechas. Sólo 20 km. El chirimiri alterno nos acompaña y hace más llevadero el camino, por lo que las necesidades de agua de Tuca son menores de lo habitual.

Pasamos por Hontanás, donde nos avituallamos y seguimos hasta Castrojeriz, cruzando las ruinas del monasterio de San Antón.
En Castrojeriz nos alojamos en el albergue Ultreia, un sitio ideal para descansar y reponer fuerzas. Tiene un pequeño patio interior donde se pueden poner los pies a remojo y tomar algo relajadamente. Aquí Tuca se habituó al lugar y fue donde pasó la noche. Por supuesto, no le faltaron las sobras de la estupenda cena que nos preparó el hospitalero.

Tuca no pierde oportunidad para descansar. Aquí está tumbada a la entrada del albergue.

Decimoquinta etapa. De Castrojeriz a Frómista.

Salimos de Castrojeriz muy bien descansados, lo que es necesario para afrontar el primer repecho que aparece en cuanto caminamos un par de kilómetros y cruzamos el río Odrilla.
El día amanece frío y ventoso, y aunque reneguemos del clima, agradecemos que no apriete el sol en esta tierra con tan poca sombra.
Llegamos a la ermita de San Nicolás de Puente Fitero. Creo que es un albergue, aunque en esta época está cerrado. Aquí reponemos fuerzas con un buen almuerzo y contemplamos el final de la provincia de Burgos, que muy pronto echaremos de menos.
Tras cruzar el Pisuerga, nos adentramos en la Castilla más austera y plana por la provincia de Palencia.
Más adelante aparece Boadilla del Camino, que es un oasis en esta planicie. A la entrada hay una fuente muy maja que nos apresuramos a ocupar, especialmente Tuca, pues a pesar de no ser un día caluroso, el esfuerzo nos ha dejado secos.
He visto que hay un albergue muy majo y que parece ideal para perros, se llama "En el Camino". No he estado ni he preguntado, pero tiene muy buena pinta.
Nosotros seguimos hacia Fromista, ahora acompañados de un canal, el canal de Castilla, que permite en ocasiones a Tuca refrescarse la garganta y las patas. Más de eso no le gusta ni se atreve.

Bueno, en Fromista nos alojamos en el albergue Estrella del Camino. El albergue está muy bien en cuanto a instalaciones y habitaciones. Lo que no invita nada es el trato recibido por su parte. Cuando llegamos le dijimos que teníamos un perro y que si tenía algún cobertizo o jardín para ella. A pesar de tener suficiente espacio y patios para resguardar a Tuca de la intemperie, nos contestó de malos modos y nos negó cualquier posibilidad. Viendo el desplante, y que afuera no había sitio donde se pudiera quedar, la dejamos dentro de nuestro coche de apoyo que llevábamos, sin mucha seguridad de que estuviera tranquila toda la noche.
Además, el albergue se cerraba a las 11 de la noche hasta el día siguiente y, aunque se podía salir, alguien tenía que estar pendiente de volver a abrir la puerta, porque ésta se cerraba y no podías abrir desde fuera. Pasamos una noche intranquila.
Desde luego que desaconsejamos este albergue para quien viaje con perregrinos. Puedo afirmar que es el único del camino donde tuvimos problemas con el perro.

Decimosexta etapa. De Frómista a Carrión de los Condes.

Esta fue la última etapa de este tramo. Etapa corta pues teníamos que regresar a Zaragoza. Menos de 20 km aun cogiendo un desvío para evitar ir pegados a la carretera.
La salida de Fromista es por la carretera, por un andador que va paralelo a la carretera y que obliga a llevar sujeta a Tuca por si las moscas. A 3 km nos metemos en Población de Campos y podemos evitar el asfalto. Así vamos, bordeados por campos de cereales y árboles, hasta Villovieco donde se nos suma el río Ucieza y que permite que Tuca se refresque cada dos por tres.
Antes de abandonar este idílico camino se nos aparece la ermita de Nuestra Señora del Río, que se presenta surgida de la nada en medio de la llanura y que de ermita sólo tiene el nombre, pues es un edificio grandioso. En este punto debemos torcer a la izquierda y retomar los últimos kilómetros con el andador junto a la carretera. Repasando el mapa, veo que es posible recorrer un par de kilómetros mas, sin pisar la carretera, si bordeamos el pueblo de Villalcázar de Sirga por su derecha antes de entrar en él.

Al ser final de etapa, no nos alojamos en ningún albergue, por lo que no puedo comentar ni recomendar nada. Fuimos a comprar al convento de Santa Clara, que es también albergue. Sería un sitio ideal para un perro, pero en la puerta ya señalan que no admiten animales. Una pena.
En Carrión de los Condes terminamos este tramo a sólo 400 kilómetros del final.

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