Decimoséptima etapa. De Carrión de los Condes a Sahagún.
Comenzamos este último tramo con la idea de acercarnos a Santiago, pero no teníamos previsto terminar el Camino. De nuevo nos habíamos perdido las etapas que habían hecho los Mamuts y teníamos que recuperar. Nos planteamos hacerlo en diciembre de 2016, durante el puente de la Constitución y la Inmaculada, con días de vacaciones que teníamos pendientes del verano.
Sin embargo, una vez puestos en marcha y a la vista de la escasez de alojamientos abiertos en diciembre que nos forzaban a alargar las etapas, nos animamos a terminarlo en tan solo 10 días, contando con uno más para volver a casa.
Sin embargo, una vez puestos en marcha y a la vista de la escasez de alojamientos abiertos en diciembre que nos forzaban a alargar las etapas, nos animamos a terminarlo en tan solo 10 días, contando con uno más para volver a casa.
Conseguimos que se nos sumaran Mamen y Pedro, haciendo por un lado el camino más ameno y, por otro lado, resolviendo el problema de acercar el coche al final de las etapas para poder regresar con Tuca a casa. Así, mientras Mamen, Marisa y yo hacíamos el camino, Pedro se adelantaba al siguiente final de etapa a comprobar qué albergues estaban abiertos y comprar lo necesario para hacer las comidas.
Debo decir que, a pesar de coincidir con fechas de puente y esperar una gran afluencia de peregrinos en los 100 últimos kilómetros, prácticamente hicimos solos el camino. Anduvimos sin nadie durante muchas, muchas etapas.
Tras pernoctar en un pueblo de Soria, propiedad de Mamen, salimos de madrugada hacia Carrión y a las 9 ya estábamos desayunados y listos para andar desde el monumento del peregrino, junto a la Iglesia de Santa María del Camino.
Cruzamos Carrión y salimos por el Monasterio de San Zoilo, donde seguimos paralelos a la antigua carretera nacional. El tramo es muy desagradable para hacerlo con Tuca pues al cruce de rotondas se añade que se va pegado a la carretera sin separación de ningún tipo. Aunque el tráfico es bastante escaso en esta carretera, hay que mantener al perro sujeto para que no se cruce en el momento más inoportuno.
A la altura de la Abadía de Nuestra Señora de Benevivere pasa el arroyo de la Rivera, ultima oportunidad segura de que el perro pueda beber ya que los siguientes arroyos y fuentes no siempre llevan agua. Un poco más allá comienza la Vía Aquitana y podemos soltar a Tuca un buen tramo, pues es una pista recta sin vehículos. En verano se montan bares en el camino, pero en invierno está desierto.
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Inicio Vía Aquitana |
El camino se hace pesado hasta llegar a Ledigos. Un andador interminable con escasas probabilidades de encontrar un arroyo o una fuente con agua. En Ledigos hay una fuente, algo apartada del camino, que hay que buscar en el pueblo siguiendo la calle de la Fuente.
Más allá está Terradillo de los Templarios, que cruzamos sin detenernos. Excepto un breve trecho por carretera, se continúa por pista hasta un poco más allá de San Nicolás del Real Camino, un pueblo con algo más de servicios que los anteriores.
A partir de San Nicolás nos esperan 5 duros kilómetros pegados a la N-120, con las incomodidades ya mencionadas antes. Un par de kilómetros antes de Sahagún, a la altura del río Valderaduey, se encuentra un desvío a la derecha para pasar por la Ermita de la Virgen del Puente y un lugar denominado "Centro Geográfico del Camino". Se supone que es la mitad del camino, pero yo me pregunto ¿empezando desde donde y tomando qué variante?.
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Mamen y Marisa, junto a Tuca, en la Ermita de la Virgen del Puente |
Con este desvío, además de ver estos monumentos que rompen la monotonía del camino, evitamos los últimos kilómetros de carretera y podemos dejar a Tuca suelta por el sendero.
AL llegar a Sahagún tuvimos que esperar a las 7 de la tarde/noche a que abrieran el albergue municipal. Aquí teníamos la primera pega, que era dónde iba a dormir Tuca. La hospitalera nos permitió dejarla en un patio interior donde se tiende la ropa, pero al llegar ya a oscuras y sin tiempo para habituarse, Tuca se puso muy nerviosa y lloriqueando. Viendo que era inútil calmarla, optamos por la opción que ya habíamos probado en Frómista: dejarla durmiendo en el coche. Y así pasó la primera noche de esta etapa de 40 kilómetros.
Decimooctava etapa. De Sahagún a Mansilla de las Mulas.
Aunque la salida de Sahagún es cómoda, fresca y con sombra, pronto este tramo prosigue igual que el anterior, paralelo a la N-120 y con rectas interminables. Tras dejar atrás Sahagún y cruzar varias rotondas y cruces de carreteras diversas, nos plantamos en el cruce de Calzada del Coto. Podríamos haber optado por la variante que va a Calzadilla de los Hermanillos, pero como tenemos que alargar la etapa, optamos por la vía más directa atravesando Bercianos del Real Camino y El Burgo Ranero. Seguramente la otra opción sería más apta para llevar a Tuca suelta, pero no nos lo podemos permitir.
Así que nos preparamos para un montón de kilómetros en un caluroso día de invierno y con muy escasas posibilidades de encontrar algún arroyo.
En Bercianos no encontramos fuente pública, así que continuamos camino sin parar. En el Burgo Ranero hicimos una breve parada en el albergue municipal que estaba abierto y nos dieron agua para Tuca. Aunque hay un par de fuentes en los alrededores, no recuerdo si funcionaban.
Nos pusimos en marcha de nuevo por la carretera sin dilación hasta Mansilla de las Mulas. Atravesamos algunos arroyos más bien secos hasta llegar al pueblo.
En Mansilla nos alojamos en el Albergue Gaia. Creo que, sin menospreciar a nadie, ha sido donde mejor han tratado a Tuca y donde se ha encontrado más a gusto. Tienen un patio interior ideal, donde reposamos los 5 y donde pasó la noche Tuca, a pesar de la insistencia de los hospitaleros de que durmiera con nosotros en la habitación. Este albergue es absolutamente "pet friendly".
Como estuvimos buena parte de la tarde en el patio con Tuca, se acostumbró rápidamente al lugar donde pasaría la noche.
Como estuvimos buena parte de la tarde en el patio con Tuca, se acostumbró rápidamente al lugar donde pasaría la noche.
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Tuca acomodada en el patio del Albergue Gaia |
Decimonovena etapa. De Mansilla de las Mulas a Villar de Mazarife.
Este tramo es durillo por la densidad de edificios y naves. Salvo por la visita a la catedral, el camino de entrada a León es una agonía y la salida todavía peor.La salida de Mansilla es cómoda por un andador que comienza algo separado de la carretera nacional pero luego continúa paralelo a la misma. Además, esta carretera tiene bastante tránsito.
En Villamoros os recomiendo entrar al pueblo por la izquierda para salvar unos metros de carretera sin alargar prácticamente en nada la etapa. En Puente Villarente está el río Porma que será un momento de disfrute para Tuca y una buena oportunidad para refrescarse. Pasado el pueblo, que se hace bastante extenso y asfaltado, agradecemos un camino a la derecha que se aleja de la carretera casi hasta el Alto del Portillo.
En Arcahueja hay una fuente en la minúscula plaza del peregrino y otra apartándose del camino y cerca de la carretera. Los arroyos suelen estar secos, así que hay que aprovechar.
Conseguimos evitar un tramo de los polígonos que circundan León y aproximarnos a la capital gracias a un par de pasarelas que cruzan la carretera nacional, ya convertida en autovía.
Tras unos centenares de metros por las calles, llegamos al río Torio, otra oportunidad para que Tuca se refresque y beba agua. Luego nos vuelve a tocar un trecho de fábricas y naves industriales hasta llegar al corazón de la ciudad.
Tras la visita a la catedral, nos tomamos un tentempie y un breve descanso. Hemos hecho ya casi 20 kilómetros, pero nos toca otro tramo igual.
La salida, como ya he comentado, es traumática. Mucho tráfico, muchas calles, muchos edificios, hasta salir de León e incluso después. Y con Tuca agarrada, la cosa es desesperante. Sólo se empieza a estar cómodo cuando se llega a Fresno del Camino.
Estos 10 kilómetros se recomiendan hacerlos frescos a primera hora, pero ya he comentado que no podemos alojarnos en ciudades grandes por el problema de la mascota. Hay que buscar poblaciones tranquilas y donde un perro pueda quedarse sin contratiempos.
De los dos caminos que salen de León, sin duda el que va a Villar de Mazarrife es el más idóneo para ir con perro, ya que es el más alejado de las carreteras. Sólo hay un tramo por una carretera comarcal con muy poco tránsito.
En los siguientes pueblos hay fuentes que se encuentran rápido. Tras unos 10 kilómetros por caminos alejados del bullicio de León, llegamos a Villar de Mazarife.
En el pueblo hay varios albergues con posibilidad de tener perro, pero nosotros nos decidimos por el de Tío Pepe. En un patio trasero con una parte cubierta, al estilo de un corral, fue donde se alojó Tuca. Se encontró muy a gusto y como además nos quedamos tomando algo por la noche, no hubo problemas.
Vigésima etapa. De Villar de Mazarife a Astorga
Dejamos Villar de Mazarrife bien descansados. Éramos los únicos peregrinos en el albergue y pudimos dormir en dos habitaciones, por lo que no hubo ni un ruido en toda la noche. La salida del pueblo sigue un trecho de carretera comarcal, sin apenas vehículos, que tras 5 kilómetros se abandona y se sigue por un camino donde Tuca puede ir suelta.Se cruza una vía de tren y se continúa por un tramo de carretera para llegar a Hospital de Órbigo. Este tramo está bastante mal señalizado, por lo que aconsejo seguir un poco el instinto y evitar tanta carretera.
Al llegar al puente se puede acceder a la orilla y refrescarse habiendo cumplido los primeros 15 kilómetros.
Tras cruzar el pueblo, vuelve a salir la disyuntiva de por donde seguir. Yo vuelvo a recomendar evitar la carretera, aunque suponga en este caso un par de kilómetros más. Así que la opción es ir en dirección Vilares de Órbigo y Santibáñez. Un excelente camino despejado y plano.
En Vilares de Órbigo hacemos una parada junto al antiguo lavadero y las antiguas escuelas para comer algo. Ahí hay oportunidad de beber para Tuca.
Seguimos a Santibáñez, que cruzamos sin detenernos, y continuamos el seco camino hasta arribar a San Justo de la Vega, que se presenta como un arrabal de Astorga y que se atraviesa por la carretera que lo parte en dos. Antes de llegar a San Justo, tras dejar atrás la cruz de Santo Toribio, y cuando tomamos contacto con la carretera nacional, hay un monumento a un peregrino moderno con una fuente, donde podemos beber todos.
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Fuente del peregrino. San Justo de la Vega |
Cruzamos el río Tuerto sin detenernos ya, pues Astorga se toca con la punta de los dedos. La llegada se hace un poco pesada por la recta final, por la parte trasera de unas naves, separados de la carretera. Una última subida cruzando una rotonda y ya acabamos la etapa de 32 kilómetros. Un poco más corta de lo habitual.
En Astorga nos encontramos con muchísimos peregrinos, algo insólito, pues apenas nos habíamos cruzado con alguno durante estos días.
El albergue San Javier, que según dicen admiten mascotas en el patio, estaba cerrado en diciembre. No nos quedó más remedio que alojarnos en el albergue Siervas de María. Como ya he dicho estaba lleno de peregrinos y por sus características no había sitio para Tuca. A pesar de que el hospitalero que nos atendió se esforzó en buscar un lugar apropiado, no fue posible.
Esa noche Tuca volvió a dormir en el coche que, afortunadamente, dejamos aparcado cerca. Allí durmió y descansó toda la noche sin ninguna protesta.
Vigesimoprimera etapa. De Astorga a El Acebo de San Miguel
Salimos muy tempranos ya que nos esperaban otros 40 kilómetros. El día amaneció lluvioso así que las necesidades de hidratación no fueron un problema. Avanzamos por la carretera LE-142 todo recto. Cruzamos por el puente que salva la A-6 y seguimos por un andador al lado de la carretera. Hay una variante por Castrillo de los Polvazares que evita ir pegado a la carretera, pero tal y como está el andador, no le veo mucho sentido y alarga innecesariamente la etapa.Pasamos los pueblos sin detenernos, Murisa, Santa Catalina, El Ganso,...Después de este último el paisaje cambia y el camino con él. De rectas y páramos pasamos a ligeras cuestas arboladas, aunque siempre próximos a la carretera.
Al llegar a Rabanal nos detenemos en El Refugio. La lluvia, que no había parado en todo el camino, nos había calado y necesitamos un poco de calor en el cuerpo. El lugar es excelente. A partir de Rabanal, el camino se hace más duro y agreste, pero a la vez más cómodo para llevar a Tuca.
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Marisa y Tuca en la Cruz de Ferro |
Proseguimos hacia El Acebo entre lluvia y neblina con un pequeño incidente. Al cruzar Manjarín, un lugar un tanto peculiar, se nos unió sin ser invitado una especie de perro-lobo, de tamaño similar a Tuca que no paraba de acosarla y rondarla. Tuca estaba asustada y no hacía más que dar vueltas alrededor nuestra para deshacerse del otro perro, ocasionándonos algo más que molestias. Al final no hubo más remedio que amenazarle con un palo para que se marchara. Aviso para los que crucéis por aquí con perro.
En El Acebo fuimos al albergue-mesón El Acebo donde nos trataron de una forma muy poco hospitalaria y nos fuimos. Hay otro albergue con muy buenas críticas, el albergue parroquial Santiago Apóstol pero estaba cerrado en diciembre. Así que nos dirigimos al final del pueblo donde está el albergue La Casa del Peregrino.
Bueno, nos encontramos con un sitio espectacular. Más que un albergue era un hotel de lujo pero a precio de peregrino. No solo no nos pusieron ninguna pega con el perro si no que se empeñaron en que durmiera en la habitación.
Nosotros buscamos algo fuera con un techado, pero no encontramos nada que nos convenciera. Dudamos en dejarla en el coche, pero la insistencia del personal nos llevó a meterla en la habitación. Por primera y única vez, durmió en la misma habitación que nosotros. Bueno, si exceptuamos la vez que nos tocó dormir en Roncesvalles en "su alojamiento" porque estaban todas las camas del pueblo ocupadas.
La verdad es que la pobre se lo merecía, ya que la lluvia no había parado en todo el día, a lo que hay que sumar el susto con el perrazo de Manjarín y los 40 kilómetros que llevaba sobre sus patas.
Vigesimosegunda etapa. De El Acebo de San Miguel a Cacabelos
Salimos temprano otra vez tras un desayuno reparador. Hoy tocaba descender de las montañas hacia el río Sil. El descenso por caminos se hace muy llevadero. Atravesamos Riego de Ambrós y en un momento nos aparecen los árboles dando sombra. El sendero es muy bonito y Molinaseca aparece inesperadamente hermosa. En el río bebe Tuca antes de atravesar las magníficas y señoriales calles.![]() |
Fuente en Riego de Ambrós |
A la salida, volvemos a encontrarnos paralelos a la carretera. Al llegar a lo que se conoce como urbanización Patricia, justo antes de entrar, hay señales por un camino a la izquierda que es el que tomamos, pero que parece ser una variante del que va recto a Ponferrada.
Este camino nos aparta de la carretera LE-142 y, aunque nos supone algunos centenares de metros más, es muy atractivo y relajante pues nos lleva por los arrabales de Ponferrada.
Hay fuentes para que Tuca pueda beber y en seguida vamos por la orilla del río Boeza. Tras cruzar el puente entramos en Ponferrada por el camino bajo de San Andrés, un tanto peculiar. En Ponferrada, con dos ríos cruzando la ciudad, no hay nunca problema para beber.
La salida por Compostilla es muy agradable, pues tiene pinta de colonia de los años 50 con muchos árboles y grandes casas. Imprescindible parar en la Parroquia de Compostilla, si está abierta, y charlar con el párroco.
Un poco más adelante llegamos a Columbrianos y, tras atravesarlo, seguimos por una carretera secundaria que comunica con pequeñas fincas hasta Camponaraya. A la salida de este pueblo, en una esquina de una arboleda cuando nos separamos de la carretera, hay una estupenda fuente.
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Tuca en la Parroquia de Columbrianos. |
En Cacabelos nos volvimos a encontrar con el problema del alojamiento, ya que los albergues estaban cerrados y el único que abría en diciembre es un hostal reconvertido que se llama La Gallega. Por estar céntrico en el pueblo y por su origen, no tiene sitio para dejar a Tuca. Únicamente un solar trasero abierto a la calle que es donde aparcamos el coche y dentro dejamos a Tuca una noche más.
Aunque Cacabelos es un pueblo grande, el hecho de no tener albergues abiertos en fechas poco convencionales, hace que sea un sitio a evitar si vais con perro en invierno.
Vigesimotercera etapa. De Cacabelos a O Cebreiro
Nos levantamos antes de que saliera el sol. Hoy nos toca una etapa dura pues a los 40 kilómetros habituales se suma la subida a O Cebreiro y la entrada en Galicia. La ilusión nos empuja con ganas. Al madrugar tanto, no hay posibilidad de desayunar ni de prepararse un vaso de leche. Salimos en ayunas con la vista puesta en Villafranca del Bierzo.Pronto descubriríamos que no hay muchos sitios donde desayunar en el Camino (al menos en invierno) si te levantas antes de que cante el gallo.
El día amaneció frío y un poco neblinoso, así que los primeros kilómetros, que discurren por la carretera, los hicimos con los frontales encendidos. Afortunadamente, había poco tráfico a esas horas. Más adelante, tomamos el desvío que sale a la derecha del camino y que nos permite abandonar la carretera los últimos kilómetros. Aunque es casi el doble de distancia, es mucho más seguro y permite llevar al perro suelto.
En Villafranca, quizás por ser festivo, sólo encontramos abierto un pequeño local en la plaza Fernández Marvá que servían unos churros que sabían a gloria y con un chocolate caliente que nos recompuso el alma.
A la salida de Villafranca aparece otra disyuntiva: seguir pegados a la carretera con bloques de hormigón separando la calzada o subir por Pradela por caminos sin gente ni tráfico y disfrutando de bosques y naturaleza. La respuesta era obvia a pesar de todos los empeños de las guías de peregrinos por conducirnos como un rebaño al asfalto.
Si de algún tramo puedo dar consejo en este camino, sin duda es de esta variante. Y es obligatorio pasar por Pradela donde hay un pequeño albergue, Lamas, donde está Ana, la hospedera, que es un encanto de mujer y hace confituras y conservas caseras. Merece la pena desviarse unos metros a saludarla. Además, admiten mascotas. Por una extraña razón la gran mayoría de pereginos que pasan por aquí son extranjeros.
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Desvío del camino hacia Trabadelo y Pradela |
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Subida a O Cebreiro |
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Llegada a Galicia |
Vigesimocuarta etapa. De O Cebreiro a Sarria.
Volvemos a salir de noche con la ayuda de los frontales. Hoy es 7 de diciembre y en esta cota hace un frío apreciable. Nos ponemos en marcha sin tomar nada, esperando encontrar un bar donde desayunar.La bajada por el monte es sencilla y agradable, sin nadie en el camino. Al llegar a Liñares vuelve a tocar subir hasta el Alto de San Roque. Afortunadamente estamos frescos y lo subimos con rapidez. Desde allí un camino paralelo a la carretera nos baja hasta Hospital da Condesa, donde desayunamos en O Tear que es el único sitio abierto. Hemos acertado con esta cafetería.
Tras Hospital seguimos por caminos bordeando pueblos y casas, casi siempre en paralelo a la carretera pero apartados de ella. Como estamos en Galicia, no faltan arroyos y fuentes donde puede beber Tuca. Llegamos a Triacastela, y sellamos las credenciales en un bar que guarda el sello de la parroquia. Luego comimos algo en la plaza de la Diputación que tiene bancos y una fuente. Al terminar, no dudamos en coger el camino que va a San Xil para evitar al máximo la carretera. Este camino que cogemos vuelve a estar solitario y, a pesar de ir en algún trecho por carretera, apenas vemos un alma. Tampoco hay un solo establecimiento hasta las afueras de Sarriá.
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Camino de San Xil alfombrado de hojas |
Los últimos kilómetros a la entrada en Sarriá se nos hacen duros pues vamos pegados a la carretera y ya aparece más tráfico. También mucho edificio.
Nuestra primera intención fue alojarnos en San Mamede do Camiño ya que hay un albergue ideal para ir con mascotas, Paloma y Leña, pero en diciembre estaba cerrado, así que no tuvimos otra opción que acabar en Sarriá, que es lo menos parecido a un pueblo tranquilo.
En Sarriá nos decidimos por un albergue apartado del bullicio, el albergue Credencial, de estilo moderno, nuevo y algo frío. Éramos los únicos peregrinos así que nos acomodamos bien. De nuevo no había posibilidad de dejar a Tuca en ningún sitio y tuvo que dormir en el coche otra vez. Al estar en un sitio apartado y siliencioso, no hubo problemas en aparcar delante del albergue y pudimos descansar todos. Cenamos en un restaurante próximo al albergue y Tuca se comió las sobras que le trajimos.
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Albergue Credencial. Preparados para salir antes del alba. |
Vigesimoquinta etapa. De Sarria a Airexe.
Si otros días salíamos con poca luz, este día la noche estaba cerrada. La oscuridad fuera de las farolas del pueblo era total. Hoy se nos une un joven peregrino que comienza el camino en Sarriá. Se llama Mariano y disfrutamos mucho de su compañía. Él también debió de agradecer la nuestra porque el pobre iba muy mal preparado para andar, tanto en equipamiento como en conocimiento.
Una vez más salimos en ayunas y tardaremos mucho en encontrar un lugar abierto. Los caminos vuelven a ser muy agradables por transitar entre robles y castaños que han dejado todas sus hojas por el suelo. El primer lugar abierto, tras casi 3 horas andando, es la Casa Cruceiro de Ferreiros, que además tiene albergue. Tras desayunar todos un poco, continuamos el camino.
Hasta Portomarín no hay nada destacable, subidas y bajadas continuas y parroquias diseminadas por todo el recorrido. Hay que avisar que en este tramo se cruzan muchas granjas y casas con perros guardianes que no siempre están sujetos, por lo que dependiendo de si nuestra mascota es más o menos sumisa, podemos llevarnos algún susto.
La llegada a Portomarín es muy curiosa, especialmente si se opta por descender por la vía directa antes de llegar al río Miño. Hay un cartel que da varias opciones y, aunque la más corta parece temeraria, no presenta mayor dificultad a quien tiene 500 kilómetros a sus espaldas. Mucho menos para un perro.
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Camino recto hacia el río Miño |
En Portomarín paramos a comer y descansar un poco en el parque que hay a la derecha una vez cruzado el puente y subiendo las escaleras, que cuenta con una fuente.
Continuamos el camino saliendo por otro puente y caminando por un camino de tierra, luego otro tramo largo por un andador paralelo a la carretera C-535 y alternando con pistas hasta O Hospital.
Aquí se acaba la carretera comarcal para nosotros y, tras cruzar una rotonda, seguimos por una carretera asfaltada sin apenas tráfico que nos lleva por típicos paisajes gallegos hasta Airexe.
En Gonzar hemos dejado a Mariano, que para ser su primera etapa ya ha hecho mucho. Hemos compartido muchas anécdotas y conocimientos y creamos un vínculo especial.
En Airexe nos alojamos en el albergue de peregrinos Airexe-Ligonde de la Xunta. Es un albergue muy pequeño, acorde con la entidad del pueblo.
Tampoco tiene patio, pero sí un pequeño porche a la entrada donde puede quedarse Tuca. Compartimos albergue con dos peregrinos ciclistas que dejan sus bicis junto a Tuca.
Vigesimosexta etapa. De Airexe a Os Penedos (Arzua).
Nuevamente salimos pronto y seguimos por la carretera local sin apenas tráfico. Cruzamos parroquias dispersas y campos de labranza. Hay tramos de camino pero también otros paralelos a la N-547. Los últimos kilómetros hasta llegar a Palas de Rey son por una pista acondicionada donde se suceden los albergues y sitios de campamento. Nosotros desayunamos en La Cabaña, con unos bollos artesanos deliciosos.
El pueblo es muy bonito y nos entretenemos un poco. A la salida volvemos a ir por el arcen de la N-547 durante unos kilómetros, alternando con caminos que atajan un poco y nos permiten llevar suelta a Tuca. Luego ya va por caminos practicamente hasta llegar a Melide.
Melide es otra localidad con bastante ajetreo, tanto de personas como de tráfico y con todo tipo de servicios. Paramos a comer en el parque de San Roque que tiene una fuente y zona sombreada, además de tener cerca tiendas de comida.
Proseguimos con bastante calor a pesar de estar en diciembre. Afortunadamente, el agua no falta nunca en Galicia y siempre hay arroyos y fuentes donde beber. Desde Melide hasta Arzúa el camino transcurre entre caminos de tierra, tramos de la carretera N-547 y carreteras locales, cruzando prados y parroquias entremezclados. Como el tráfico es escaso, podemos llevar a Tuca con una cuerda larga para que vaya un poco suelta y a la vez recogerla en caso de que pase un vehículo.
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Camino de Arzúa |
La entrada en Arzúa es un poco pesada, pues es una recta por la ya conocida N-547 y además en cuesta. El pueblo tiene bastante ambiente peregrino, muchos descansando del final de etapa y con la vista puesta en Santiago. Sin embargo, para nosotros el bullicio no nos atrae y tenemos que llegar un poco más allá, a un albergue donde hemos reservado nuestra última noche. El albergue se llama Camiño das Ocas. En la web nos pareció atractivo por estar apartado de Arzúa, pero tiene un gran inconveniente. El sitio está bastante separado del camino y el acceso es muy complicado, especialmente cuando fuimos en 2016 ya que estaban construyendo una autovía.
Nos hicieron el favor de abrirlo para nosotros, ya que cierra en diciembre. Por contra no tuvimos la más mínima atención. El lugar es muy propicio para ir con perro. Sólo hay que vigilar tenerlo atado pues la carretera pasa cerca y puede darte algún disgusto. Tuca durmió en la zona delantera del edificio con buena temperatura.
Vigesimoséptima etapa. De Os Penedos (Arzúa) a Santiago.
Este variado paisaje se acaba al acercarnos a O Pedrouzo, donde la carretera nacional nos acompaña y el paisaje urbano se hace presente. Como no tenemos intención de pararnos en el pueblo, cogemos un camino de tierra que sale a la derecha, en O Burgo, nada más encontrar la carretera nacional, que evita el asfalto y quedas protegido por las sombras de los árboles.
Superado O Pedrouzo, volvemos a coger parroquias, granjas y caminos con carreteras locales y cruces de la N-547. Más adelante nos topamos con el aeropuerto de Santiago. Comparado con la vuelta que dimos al de Burgos, este tramo es llevadero pues está rodeado de árboles y caminos de tierra. En San Paio paramos a comer junto a la iglesia. Tiene una zona arbolada y una fuente enfrente.
Seguimos por zona arbolada hasta Lavacolla que cruzamos sin detenernos. Luego queda una fuerte subida hasta el Monte do Gozo que se hace por asfalto y con zonas boscosas y abiertas. Este tramo recto, asfaltado y empinado se hace bastante duro. Sin embargo, llegar a este hito del camino es gratificante.
El descenso a Santiago me parece más llevadero que las entradas a otras ciudades como Burgos o León. El polígono industrial pasa rápido y las rotondas se cruzan sin pensar en ellas. El apostol está ahí mismo y hoy cumpliremos un reto.
Finalmente callejeamos por el casco histórico hasta llegar a la plaza del Obradoiro, donde nos encontramos con la catedral. Un rato de relajación, descanso, unas fotos y nos vamos a la oficina de atención al peregrino a presentar nuestras credenciales y recoger la reconocida "Compostelana" mas un certificado atestiguando los 850 kilómetros recorridos desde Canfranc-estación.
Tras llegar a Santiago, nos queda pasar la última noche. El tema se presenta complicado por diversos motivos y decidimos quedarnos en una pensión cerca de la estación de tren. Evidentemente no pudimos entrar con Tuca que le tocó coche otra vez. Conseguimos aparcar cerca y nuevamente dejamos a Tuca descansando.
Epílogo.
Hemos cumplido el reto de hacer el Camino de Santiago con Tuca. Los miedos y las incertidumbres iniciales fueron superándose sin dificultad. Pudimos caminar con ella por pueblos, ciudades, caminos y carreteras. Encontramos sitios donde acomodarla, al raso, en patios o soportales y donde no hubo manera, echamos mano del coche, elemento fundamental para traerla de vuelta a casa. Comió de nuestras sobras y comida para perros que llevábamos encima o comprando en localidades por donde cruzábamos.
Hicimos amigos, entablamos conversaciones y asombramos a la gente allá donde pasamos gracias a ella. Si hubo alguna queja de otros peregrinos u hospitaleros, debió ser insignificante, ya que no recuerdo ninguna y por contra, recuerdo todas las muestras de cariño que dejó a su paso. Ellos también las recordarán pues muchísima gente se quiso hacer fotos con Tuca, incluidos bastantes extranjeros.
Podría terminar diciendo que fue una experiencia única e irrepetible, pero no es así, ya que hemos empezado a recorrer el Camino del Norte con idéntica pasión y con las mismas sensaciones. Cuando lo terminemos, volveré a recordarlo y a sugerir consejos a todos aquellos que todavía dudan de hacer el Camino con nuestro mejor amigo.